Acontecimientos vitales y psicopatología infantil

Resumen

La mayoría de investigaciones en estrés infantil analizan un hecho o situación estresante y su efecto, en especial, sobre la salud psíquica de los niños. En estas investigaciones incluiríamos, entre otros, los estudios sobre el divorcio (Wallerstein, 1983), la hospitalización (Douglas, 1975; Ferguson, 1979), el nacimiento de un hermano (Dunn et al.) o situaciones más extremas como catástrofes naturales (Newman, 1976), guerras (Milgram, 1982). Son relativamente escasos los estudios sobre la influencia de la acumulación de hechos estresantes o acontecimientos vitales en la salud del niño, especialmente sobre su salud somática.

Desde que Holmes y Rahe (1967) constru­yeron la Escala de Valoración del Ajuste social (SRRS), existe una extensa literatura con población adulta, que, a pesar de los problemas y críticas metodológicas de la que ha sido objeto (Dohrenwend y Dohrenwend, 1974; Thoits, 1983), demuestran que los acontecimientos vitales juegan un papel como factores que incrementan la susceptibilidad a diversos tipos de patologías.

El estudio de la influencia de los acontecimientos vitales en la salud de niños y adolescentes, como es habitual en otras áreas de investigación, se produce con cierto retraso respecto a los trabajos con adultos. A partir de las escalas construidas por Coddington (1972) para niños y adolescentes, han empezado a aparecer diversos estudios que indican que en estas edades también existe relación entre acontecimientos vitales y diversas patologías tanto psiquiátricas como somáticas (Johnson, 1982).

El objetivo de este trabajo consiste en analizar el papel de los acontecimientos vitales, potencialmente estresantes, como un factor de riesgo que puede aumentar la susceptibilidad a la psicopatología. La hipótesis de la que partimos es la siguiente: Los niños que presentan un trastorno psicopatológico, de aparición aguda, han experimentado, durante el año anterior al inicio de la patología, mayor número de acontecimientos vitales, que los niños con un trastorno crónico o de larga evolución, o los niños normales.