A lo largo de 15 años de ejercicio como psiquiatra infantil he hecho una investigación personal en mi tiempo libre. Quizás la he llevado a cabo con una metodología poco ortodoxa, pero creo que vale la pena compartirla. Cada vez que he leído un libro o manual de distintos ámbitos de la psiquiatría/psicología infantil me he dedicado a recopilar a quiénes dedicaban los autores el libro. Curiosamente, en más de un 75% de los casos aparece la familia: ya sea el padre, la madre, ambos, los hijos o el clan como destinatarios de esta dedicación. Las dedicatorias de agradecimiento son claras y señalan, como apoyo fundamental y fuente de inspiración en la labor de elaboración del libro, a las figuras principales de apego o a la prole de ésta, es decir, los hijos. No sería demasiado atrevido, entonces, afirmar que, a pesar de que muchos profesionales de la salud mental infantil no incluyen explícitamente la teoría del vínculo como un modelo sustancial en la que apoyan su práctica clínica, podríamos asegurar que en su vida personal esta teoría moldea su quehacer diario. Dos tercios de los profesionales de la salud mental subrayan la importancia de las relaciones significativas en la infancia en su trabajo, al menos como fuente de sostén y empeño. Así lo reconocen.

Creo que con esta investigación doméstica quedaría más que justificado dedicar un monográfico de esta revista a las contribuciones de la teoría del vínculo en la psiquiatría de la infancia y la adolescencia. Los métodos diagnósticos son cada vez más elaborados y precisos. Su comprensión ayuda a evitar posturas extremas que van desde desconsiderar el papel que la relaciones paterno-filiares tienen en el desarrollo mental del niño, hasta reconocerlas como único factor de riego. Afortunadamente, estamos muy lejos de esta dicotomía, pero creo que todavía nos beneficiamos poco de los aportes de esta teoría en el campo de la psiquiatría de la infancia y la adolescencia, de ahí la necesidad de este monográfico.

Esta monografía está dividida en 5 capítulos que recogen los antecedentes y conceptos funda-mentales de la teoría del vínculo, los distintos métodos de evaluación del vínculo en la infancia y en la adolescencia, una aproximación evolutiva y neurobiológica a su comprensión, las vías de desarrollo del vínculo desorganizado y, por último, sus aplicaciones en la terapia familiar y de pareja. El capítulo del vínculo desorganizado cobra especial interés para entender los efectos, no sólo del maltrato crónico directo, sino también para entender cómo los efectos de las conductas parentales de riesgo producen modificaciones en el psiquismo del niño. Estas modificaciones actúan como un factor de riesgo que potencia los efectos de las posteriores circunstancias adversas de la vida. La comprensión de estas rutas vitales tiene aplicación directa, no sólo sobre los pro-gramas de prevención y tratamiento de todo tipo de maltrato infantil y de adopción, sino en la comprensión de toda la psicopatología del desarrollo que cada vez se está mostrando con cuadros más heterogéneos e inclasificables.

No podemos dejar de mencionar en estos momentos la pandemia de COVID-19 que ha tenido y está teniendo lugar en nuestro país y en el mundo entero, y que ha llevado a la necesidad de tomar una serie de medidas de contención tales como confinamiento domiciliario estricto durante tres meses. Se han vivido separaciones, fallecimientos e incertidumbre que han hecho aflorar todo tipo de angustias. El confinamiento ha intensificado la interacción entre niños, jóvenes y adultos. En estas circunstancias extremas el sistema de apego ha resultado crucial para afrontar esta inesperada y dura realidad. Es demasiado pronto para extraer conclusiones de esta realidad, pero qué duda cabe que los que estamos en primera línea hemos visto cómo ha resultado ser un sostén inigualable.