In Memoriam

DOI: 10.31766/revpsij.v40n1a6

Lo que aprendí del Dr. Joseph Biederman (1947-2023)


Cesar A. Soutullo

Department of Psychiatry and Behavioral Sciences. The University of Texas Health Science Center at Houston, Texas, EE.UU.

Louis A. Faillace

Department of Psychiatry and Behavioral Sciences, Vice Chair and Chief of Child & Adolescent Psychiatry, Houston, Texas, EE.UU.

Revista de Psiquiatría Infanto-Juvenil (AEPNYA), Vol. 40 Núm. 1 (Enero - Marzo, 2023), Pag: 43-45. ISSN: 1130-9512 | E-ISSN: 2660-7271





Es difícil resumir en pocas palabras lo que Joe Biederman ha sido para tantos psiquiatras de niños y adolescentes en todo el mundo. Seguramente cada uno tendremos una experiencia diferente según haya sido nuestro contacto con él. Para mí Joe ha sido un referente y un ejemplo, y gran parte de lo que sabemos sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), los Trastornos del humor en niños y adolescentes, y su evaluación y tratamiento farmacológico, lo hemos aprendido de él/de su equipo. También es muy difícil escribir esto, y lo he dejado cocer a fuego lento varias semanas en mi cabeza, antes de sacarlo al papel.

El pasado 5 de Enero de 2023 moría en Boston a los 75 años, Joseph Biederman, MD, tras luchar con un linfoma de células del manto. Para mí fue una sorpresa, no sabía que estaba enfermo. Una noticia muy triste. De repente me vinieron a la mente tantos encuentros en tantos congresos y reuniones, tantos consejos, tantos apuntes en mis cuadernos, de frases suyas que eran oro puro. El Dr. Biederman era el Director del Programa Clínico y de Investigación en Psicofarmacología infantil y adolescente, de TDAH del Adulto y del Programa de Autismo del Hospital General de Massachussets y Profesor (Catedrático) de Psiquiatría de la Universidad de Harvard en Boston, EE.UU, durante una carrera de más de 40 años. Ha sido durante muchos años el investigador más productivo y más citado de todo el campo de la psiquiatría (no sólo de infantil). A sus 74 años seguía dirigiendo, liderando y siendo mentor de un prolífico equipo.

A lo largo de su vida y su carrera Joe fue superando diferentes obstáculos, incluso desde antes de nacer en 1947 en Praga, Checoslovaquia, solo 2 años tras terminar la II Guerra Mundial. Sus padres, Ana y Max, sobrevivieron el Holocausto gracias a Oskar Schindler, y pronto emigraron a Argentina, donde Joe se crió y estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, en otra época difícil para aquel país. Desde allí saltó a Jerusalem, a especializarse en Psiquiatría, pero seguramente pronto se dio cuenta que la oportunidad la tendría que buscar en EE.UU. Desde 1978 repitió la especialidad de psiquiatría y luego psiquiatría infantil y adolescente en el Hospital Infantil de Boston, uno de los mejores de mundo. Luego tuvo que luchar contra toda la psiquiatría académica de los años 1980, que era aún principalmente psicoanalítica. Durante los 1990 fue pionero en la descripción del trastorno bipolar en niños y adolescentes, lo que le atrajo intensas críticas, que desembocaron en una feroz caza de brujas contra él, que no consiguió terminar con su carrera, y de la que salió airoso, pero que también le afectó mucho.

Él decía que en toda su época de residente y Fellow nunca le enseñaron a recetar ninguna medicación para los niños, y que en aquel entonces el tratamiento era terapia especialmente para la madre, a quien se creía culpable del trastorno del hijo. Por eso una de las primeras cosas que aprendí de Joe fue: “El TDAH no es culpa de los padres”, no es culpa de malas madres decía él con su acento de Buenos Aires: Las enfermedades psiquiátricas no son culpa de los padres, eso son boludeces . Hay que tener en cuenta que Joe se formó con las ideas de los años 1960 y 1970 de la madre esquizofrenogénica, que se creía tenía la culpa de la esquizofrenia, y la “madre refrigerador”, que se creía que causaba autismo. Pero él no tenía opiniones, era un científico, miraba la realidad, estudiaba los datos, y según lo que encontraba, sacaba conclusiones para intentar explicar sus hallazgos.

Otra cosa que aprendí es a no mirar “tanto” qué pasó cuando el niño empezó con los síntomas. A ver…, es fundamental conocer el entorno bio-psico-social de la familia, del niño en el colegio, pero no para buscar la “causa” (que no la sabemos) sino para entender las dificultades de la familia. Joe decía, cuando un niño viene a urgencias con la pierna rota, lo más importante no es si se ha caído de un árbol, si ha saltado él, o el han empujado. Lo importante es arreglarle la pierna. Luego ya se verá si hay que poner un muro alrededor del árbol para que no se suban los niños, o si otro niño le ha empujado, ver cómo se soluciona. Él también decía, cuando viene un niño a urgencias con cetoacidosis diabética, lo más importante no es si los padres están divorciados, no les preguntamos lo primero a los padres de un niño con asma si han limpiado la alfombra bien. Pero en psiquiatría infantil sí lo hacemos, y sin querer les estamos diciendo a los padres que quizás podrían haber hecho algo mejor, o algo para que el niño no tuviera TDAH, depresión, ansiedad, autismo…Bueno, pues esa autoculpa que les podemos generar a los padres, tardará años en mejorar. Además, no tenemos ni idea de porqué suceden las enfermedades psiquiátricas en niños, no podemos decir, esto es por esta razón. Lo mejor que podemos decir es: no sé por qué su hijo tiene este problema, pero sí sé cómo se puede mejorar. Tenemos que ser más humildes al hablar con los padres, esa humildad me la enseñó Joe, y me enseñó a observar, y a preguntarme, ¿por qué si dicen que la enfermedad es por esta razón familiar, el niño pequeño la tiene, y el niño mayor está perfectamente?.

Tantos momentos con Joe, y eso que no fui nunca a rotar con él, pero conseguí que algunos de mis residentes y Fellows de la Clínica Universidad de Navarra rotasen con él, así que fuí a Harvard a través de ellos. También conseguí traerle a Pamplona al Congreso Nacional de Psiquiatría (2005) y a la Reunión (rebautizada como Congreso) de AEPNYA (2009), donde mis residentes y Fellows, no digo nombres, le enseñaron la ciudad cometiendo varios errores al explicarle la historia de los edificios, que luego recordamos durante años a carcajadas, “pues vaya guías que me has puesto, no se sabían ni un siglo ni un rey”, bromeaba. Recuerdo los “cursos de Boston” en psicofarmacología y de TDAH a lo largo de la vida, donde siempre nos guardaba un ratito para comer o cenar con el grupo de españoles, con la condición de que él se pagase su propia cena, porque no quería que le invitase ninguna industria. En ellos aprendí más en 4 días que nunca desde que había terminado la residencia. Esos cursos fueron el germen del “Instituto de Psicofarmacología del niño y adolescente”, que aún se sigue haciendo, van ya por la X edición. Recuerdo sus respuestas cortantes a preguntas impertinentes: “esta pregunta no sé la respuesta, siguiente pregunta”, lo decía muy educadamente, pero de forma totalmente cortante, y luego cuando bajaba del estrado y me veía me decía en perfecto argentino “Cesar, ¿has visto que boludeces me preguntan?”. Y otra vez que me tocó hablar de Psicofarmacología del TDAH en un Congreso, y palidecí al ver que en mi mesa estaba él. Le escribí para preguntarle qué quería que dijese, pues todos los artículos que encontraba eran suyos, y me dijo: “César, no te preocupes, lo vas a hacer genial”. La ponencia más difícil de mi vida explicar el TDAH delante de Biederman, pero aprendí mucho de sus comentarios y preguntas.

Joe, cuánto aprendimos de ti, cómo nos guiaste, cuánto te esforzaste porque pensásemos de forma científica sin ideologías ni teorías no basadas en la evidencia, siempre dispuesto a cambiar tu opinión si los datos te decían que una hipótesis era falsa. Contestaba los correos a los pocos minutos, como no he visto a nadie, y siempre decía el último gracias. Guardo su último wasap de un logro académico que conseguí y quise compartir con él, y me contestó: ¡Felicidades, estoy muy orgulloso de tí!!!. Que alguien como Joe Biederman encontrase tiempo para llegar al fondo e inspirar a tante gente, a pesar de todas las dificultades que encontró, es realmente un milagro, basado en trabajo sin descanso y generosidad.

Y finalmente, a lo largo de los años, tras verle esforzarse, con constancia año tras año traer cosas nuevas a congresos, seguir haciendo cursos, viajar infatigablemente, yo me preguntaba, ¿qué le mueve?, ¿cómo sigue ilusionado?. Claramente no era nada material, Joe no era de grandes lujos ni en ropa ni accesorios, ni en restaurantes, coches, casas, hoteles, ni otras cosas materiales, era sencillo en las formas. Tampoco el ego, aunque tenía opiniones fuertes, basadas en los datos, no buscaba el alarde ni los laureles. Recibía premios a montones, pero sabía que eso no era lo importante. ¿Qué podría ser?. Quizás el saber que, a pesar de que uno haya hecho mucho, siempre queda por hacer, siempre se puede hacer más. Me viene al recuerdo, precisamente, una de las últimas escenas de la película de Spielberg, La lista de Schindler…, y cómo, al final, aunque había salvado a mucha gente, se desesperaba porque podría haber salvado a más. Con este reloj podría haber salvado a una familia, decía llorando. Como en El guardián en el centeno, estamos en un campo de trigo rodeado por un precipicio, y tenemos que vigilar que no se caigan los niños al barranco. Creo que eso debía ser lo que le movía, saber que siempre quedan niños y familias por ayudar, y es nuestra responsabilidad esforzarnos y devolver a la gente ese don que hemos recibido de nuestros mentores. Eso también lo aprendí de Joe Biederman.

Gracias Joe, buen viaje, descansa en paz, dejas una huella y una pena muy honda.

De izquierda a derecha: Drs Kiki Chang (Stanford, USA), Ana Figueroa Quintana (Clínica Universidad de Navarra, CUN), Andrés Martín (Yale, USA), Cesar Soutullo (CUN), Inmaculada Escamilla Canales (CUN-Madrid), Joseph Biederman (MGH, Harvard, USA), Joaquín Fuentes (Policlínica Guipúzkoa), Inés García Martín (CUN), Azucena Díez Suárez (Servicio Navarro de Salud).

Actualmente estos profesionales ejercen la Psiquiatría infantil y adolescente en servicios públicos, privados y concertados en: Palo Alto, Gran Canaria, Yale, Houston, Madrid, San Sebastián, Zaragoza y Pamplona (CUN).

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Congreso de AEPNYA, Pamplona, 2009. Aprendiendo y celebrando con Joe Biederman




CONCLUSIONES



REFERENCIAS